PLEITO BARRIOBAJERO

Las cosas están al rojo vivo en la comuna sampedrana, donde la guerra civil entre el Pollo Contreras y el vice Omar Menjívar no da tregua y está dejando capítulos tan sublimes como el del propio edil retando a su contraparte frente a su oficina para sonarle los mocos a trompadas.

Todo porque, según el Pollo, Omarcito habló mal de su mujer, que contrario a lo que ocurre en Presidencial, sí es ella quien lleva los pantalones. O al menos esos son los rumores de pasillo y de los que se hizo eco el vicealcalde para despertar al iracundo Contreras, envalentonado desde un puesto al que jamás hubiese optado de no ser por el propio Menjívar, que se lo confió en una alianza que se fue a la chingada a las primeras de cambio.

Un pleito tan barriobajero que incluso en los mismísimos barrios bajos de San Peter, los pocos decentes que aún quedan se sonrojan al ver a sus máximas autoridades en semejante plan, que son el fiel reflejo de lo que a diario se vive en las calles, donde la catrachada anda “de toque” por cualquier babosada.

“Cobarde” y “culero” fueron apenas dos de los improperios dedicados por el alcalde al vice frente a su propia oficina, de la que últimamente apenas solo salen moscas, pues asegura Contreras que el hombre no se asoma por ahí ni para encender el aire acondicionado en estos tiempos de extremo calor y humazón en la ciudad.

Pero bueno, que quizás la bravuconada obedezca más bien a los líos legales en los que pudiera estar embarrado el Pollo, a quien los de la ATIC lo andan al culo por dizque haber favorecido a un tío de su yerno adjudicándole una retahíla de contratitos sin pasarlos por licitación, por no exceder convenientemente ninguno de ellos el monto de un millón de pesos exigido por la ley para tal fin.

Un lío del que el edil dice estar limpio y por el cual también culpó a Menjívar, que se ha vuelto su “vieja confiable”, pues según él, es quien armó el plan desde las sombras para que los investigadores anden ahora contándole las plumas.

Y mientras tanto, la ciudad sigue ahogándose bajo un espeso manto de humo del que curiosamente Contreras no ha culpado a Menjívar, y con un déficit de obras que el edil ha sabido disimular montando semejantes numeritos, con los que astutamente se ha ganado el favor de muchos, que ven en él un reflejo de lo que quisieran ser, porque no es San Peter una ciudad ajena al placentero espectáculo que solo un ser como el circense edil les puede ofrecer.

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