FAMILIÓN EN LA “MUNI” DE SPS

La pandemia de los familiones se extendió finalmente hasta San Peter, donde a Roberto Contreras ya solo le falta enchambar a las cocineras de Power Chicken para completar el combo familiar, que ya incluye a su hija, al yerno y a la mujer.

Ésta última, eso sí, con cargo honorario, pero con autoridad suficiente para hacer palidecer incluso al tibio vicealcalde refundador, Omar Menjívar, que, dicho sea de paso, sigue sin asomar el cacho por la oficina pese a cobrar puntualito todas y cada una de sus quincenas.

Una pandemia cuyo origen tuvo lugar en Casa Presidencial, que para el caso viene a ser el equivalente a Wuhan, y desde donde emanó el mal ejemplo que contagió sucesivamente a los parientes de la precandidata Rixi Ramona, a los de la jefa del INAMI y más recientemente a los de la ministra Carla Paredes en la SESAL.

Porque ya se sabe que entre la borregada refundidora lo que diga la familia Castro-Zelaya va a misa, pues no hay lugar ahí para el pensamiento crítico, que penaliza la disidencia con un trato casi de leprosos a los que osan irse en contravía.

Aunque costaba creer que se sumaría el Pollo a esa moda por sus públicas desavenencias con el Castrozelayismo, aunque es el alcalde sampedrano un tipo dado a ingeniárselas para estar siempre a la vanguardia de la majadería.

Y lo peor es que, de momento, no hay vacuna ni tratamiento capaz de contrarrestar los implacables efectos de la mentada “familionitis”, que siempre encuentra el modo de infiltrarse pese al pataleo de los investigadores, que proliferan desde la llanura.

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