ESTADO DE EXCEPCIÓN PAJIZO

Al sempiterno y pajizo estado de excepción catracho, vendido hasta la saciedad como la panacea por los borregos de la refundación, le salió un callo en las pezuñas tras los cariñitos que le dedicaron en el norte, donde el Departamento de Estado gringo le cantó las cuarenta a través de su más reciente y demoledor informe.

Un informe que destapó todas las vergüenzas ocultas por parte de sus promotores, que aun así salieron pidiendo exoneración de impuestos para las Black Mamba que recién sacaron de agencia dizque para combatir una criminalidad que sigue imponiendo el sálvese quien pueda.

Aseguran los gringos que no hay tales de estado de excepción ni ocho cuartos, pues esa casaca solo ha servido para que los chepos actúen como si estuviesen en pleno goce de la “happy hour” patrocinada desde la cúpula por el incapaz Gustavo Sánchez y sus amos en Presidencial.

Pero ya se ha visto que donde la refundación pone el ojo también pone la bala, pues alrededor del inútil estado de excepción han montado toda una retórica con la que pretenden justificar lo injustificable, aún y cuando los resultados sigan siendo evidentemente nefastos.

Y para eso se valen de un Congreso dócil y pando, comandado en apariencia por su conserje Luis Redondo, que acuerpado por el impresentable Carlón ablandan y allanan el camino a todo tipo de tropelías ordenadas desde más arriba, donde nada más contemplan su triste y penosa obra.

Y en esas seguimos desde el 6 de diciembre del 2022, cuando la medida vio la luz y se abrió la veda para las quinimil extensiones posteriores, que para lo único que han servido es para alargar la agonía de una catrachada que ha revivido los fantasmas de la década pasada, cuando en la era dorada del poder ciudadano los que mandaban eran los que se supone deberían estar bajo la lupa de un estado de excepción pajizo.

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