ADIÓS, GILDAN

A la vitrina de dudosos logros del gobierno de la refundación no tardan en meter uno nuevo: el de haber conseguido que entre los maquileros de Gildan empiece a sonar con fuerza la bulla de querer irse a la mierda y mejor pintar llantas para Bangladesh.

Dice el expatrón de la empresa canadiense, un tal Glenn Chamandy, que en vez de estar pagando acá tanto pisto en mano de obra y a la ENEE, que sale mejor agarrar para el sureste asiático, donde al parecer se vive de a pijita.

Pero habla el hombre quizás con alguito de resentimiento, pues no hace mucho le volaron el tallo de la empresa por andar peleando con sus directivos por cuestiones referentes a la sucesión, y sus palabras se entienden también como una manotada de ahogado, para que lo dejen volver.

Y con tal de volver es que anda ofreciendo hasta la conciencia, pues su propuesta incluye llevarse a la empresa de Honduras; una estrategia quizás desesperada, pero nada alejada de la realidad, ya que ciertamente el recibo de la luz es capaz de sacar carrera a cualquiera.

Y eso es así por más que le pese el ministro Tejada, el de los apagones, que ahí anda de sensible cuando le sueltan las verdades en la jeta, porque con sus movidas recientes en la estatal, la tarifa de la luz no tarda en pegar otro estirón.

Un estirón que pagarán, como siempre, los que más invierten, como Gildan, cuyos jefes serán cualquier cosa menos pendejos, pues hasta los huevos deben estar ya de ver cómo ellos absorben el cerotazo mientras el gobierno refundidor saca pecho regalando energía en forma de limosna a los pobres, que no producen nada, excepto votos.

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