TOMÁS VAQUERO LE TUVO MIEDO AL ÉXITO
Lo de Tomás Vaquero como aspirante a la alcaldía sampedrana solo fue arrancón de perro haragán, ya que a las primeras de cambio anunció el hombre que tiró la toalla.
Le tuvo miedo al éxito el ministro de Gobernación, que se decantó por la vieja confiable y optó por seguir a la sombra de los que mandan en Presidencial, a quienes juró seguir acuerpando lo que resta de mandato.
Pero quizás la verdadera razón de su cacahueteada tenga que ver más bien con su impopularidad en los barrios bajos de la ciudad que pretendía gobernar, pues cuando se dejó caer en algunos de ellos no logró reunir a más de una treintena de almas en cada uno.
Y es que la impronta del Pollo Contreras y Calidonio no es poca cosa en esos lados, donde con sendas dosis de casaca y atol con el dedo tienen a la gente ganadita y dispuesta a guerrear.
Mientras tanto, la retirada en reversa de Vaquero agranda el vacío en las filas refundacionales en San Peter, donde al rixismo, al parecer, no le quedará más remedio que apostarle a Ramón Barrios, cuya popularidad y carisma, aun así, parecen aún peor.