VIOLENCIA EN CATACAMAS PARTE DEL FOLCLORE LOCAL
La paz y tranquilidad se han perdido en la ciudad de Catacamas, conocida por su crecimiento económico y sus prósperas actividades agrícolas, ahora puede añadir un nuevo atractivo a su lista: una ola de violencia que parece sacada de una serie de acción de bajo presupuesto. Así lo denunció el alcalde Marco Ramiro Lobo, quien, entre reuniones con altos mandos policiales y pedidos de investigación, se pregunta si acaso las autoridades recuerdan que su trabajo no es solo recoger cadáveres.
Catacamas está viviendo en estos últimos días una ola inusitada de violencia, y parece que la ciudad se ha convertido en un escenario de película de suspenso, pero sin héroes visibles que detengan la trama, así lo lamentó Lobo, quien ha pasado más tiempo coordinando logística para policías que inaugurando obras.
El edil informó que ha mantenido diálogos constantes con el director nacional de la Policía y el comisario Cristian Nolasco, esperando que esta vez las reuniones sirvan para algo más que aumentar la cantidad de comunicados oficiales sin resultados tangibles.
Como muestra de apoyo, la alcaldía ha habilitado espacios para alojar a los policías enviados a la ciudad, con la esperanza de que al menos puedan dormir cómodos mientras la población intenta hacer lo mismo, pero con el ruido de balaceras de fondo.
Con un tono de urgencia, Lobo pidió una investigación exhaustiva sobre la causa de la violencia, pues al parecer nadie ha pensado en preguntarse quiénes y por qué están sembrando el caos. “No queremos acostumbrarnos a simplemente recoger cuerpos y enviarlos a medicina forense” como si fuera un trámite burocrático más. Esto no es un concurso de quién acumula más víctimas, señaló con evidente frustración.
La situación es tan grave que, en menos de 72 horas, varios atentados han sacudido la ciudad, aunque la Policía se ha anotado algunos éxitos evitando otros ataques. Claro, si evitarlos fuera suficiente, la inseguridad ya sería historia. Lástima que los delincuentes no parecen recibir el memo de que deben respetar los retenes, ironizó un habitante.
Como medida desesperada, la municipalidad ordenó el cierre total de bares y cantinas, quizás con la esperanza de que los malhechores, al no poder brindar con un trago en mano, decidan suspender sus actividades delictivas por aburrimiento. La estrategia ha sido prolongada cada 24 horas, en lo que parece más un ritual de esperanza que una solución efectiva.
Finalmente, el alcalde reiteró su llamado a los organismos del Estado para que se enfoquen en la inteligencia e investigación, porque al paso que van, pronto Catacamas podría convertirse en un destino turístico, pero solo para los fanáticos del peligro extremo.