AGONÍA CAMARONERA
Agárrense los sombreros y los remos. La industria camaronera de Honduras cerró el 2024 con un récord que nadie quería romper: la peor caída en producción acuícola de la historia del país. En Choluteca y Valle, las piscinas no solo perdieron agua, sino también esperanza, al ver una reducción de 12.5 millones de libras respecto al año anterior. ¿Qué pasó? Parece que Taiwán y México decidieron hacer dieta y le dijeron “no, gracias” al camarón catracho.
Según el informe de la Asociación Nacional de Acuicultores de Honduras (Andah), de las 11 empresas afiliadas, ocho tuvieron números más bajos que los ánimos de un lunes por la mañana. El caso más dramático fue el de una camaronera de capital español, que pasó de producir casi 10 millones de libras a menos de medio millón. Al parecer, la única especie que se reproduce en esas piscinas es la desesperación.
Sin embargo, no todo es tragedia. San Lorenzo se convirtió en el “Messi” del camarón, logrando un aumento de más de 5.4 millones de libras, representando casi la mitad de toda la producción del país. ¿Su secreto? Quizás un pacto con Poseidón o simplemente mucha, mucha suerte.
Javier Amador, director ejecutivo de Andah, explicó que el declive se debió a problemas de acceso a mercados internacionales. “Cuando te cierran la puerta en Taiwán y México, ni el camarón más sabroso del mundo puede salvarte”, lamentó Amador. Eso sí, al sur de Honduras, los cultivadores medianos y pequeños aún están buscando en qué página del manual decía que el mercado internacional podría desaparecer como un truco de magia.
Entre tanto, las lagunas de camarón en Choluteca y Valle se convierten en el reflejo de los sueños rotos del 2024: llenas de agua, pero vacías de futuro, entonces este 2025 es de pura incertidumbre.