CORRUPCIÓN GALOPANTE SIGUE EN HONDURAS
En una cátedra de honestidad intermitente, el analista Kenneth Madrid recordó al país que la corrupción es innegable, particularmente entre la clase política, cuya alergia a la transparencia parece ser de carácter genético. Hablar de sistemas de control para detectar el enriquecimiento ilícito en etapas tempranas es casi como pedirle al zorro que cuide el gallinero, ironizó.
Madrid lamentó que la voluntad de reformar leyes como la electoral o la de política limpia brilla por su ausencia, abriendo las puertas al narcotráfico con un cartel de bienvenida. “La clase política juega a ser y parecer. Hablan mucho, pero hacen poco. Los casos de corrupción siempre salen… pero solo después de que se acaba la administración. Es como si fuera parte del guion, un giro de trama esperado” , comentó con un toque de sarcasmo.
En un giro internacional, Madrid señaló que la postura de Estados Unidos bajo la administración de Donald Trump era clara: menos paciencia, más presión. Recordó cómo Trump congeló ayudas y canceló proyectos, dejando a Honduras en modo “austeridad forzada”.
Si Trump regresa, lo que nos espera no es precisamente un presionado de manos amigable, sino un presionado de tuercas. El tratado de extradición será su caballo de batalla, y aunque nos ayuden, será con la condición de que hagamos algo para que dejemos de hundirnos en este lodazal de corrupción, agregó Madrid, dejando claro que ni las relaciones bilaterales ni los discursos de buenas intenciones salvarán a Honduras de una supervisión más estricta.
Madrid cerró con un recordatorio: la corrupción galopante no solo afecta las oportunidades de los hondureños, sino que también convierte al país en el pariente incómodo de la región. Hasta que la clase política no entienda que el país no es su juguete personal, seguiremos siendo eso: el país donde todo puede pasar, menos la rendición de cuentas, concluyó con su característico tono mordaz.