SAN PETER SE VUELVE LOCA CON STARBUCKS

Más allá de las larguísimas e incomprensibles filas para acapararse un cafecito al triple del precio normal, la apertura de Starbucks en San Peter sirvió al menos para constatar dos cosas: que a la catrachada le encanta que le den atol con el dedo, y que a las autoridades les encanta dar atol con el dedo.

Es decir, se juntaron el hambre y las ganas de comer; porque sí, ahí anda vendiendo el gobierno refundidor la idea de que la llegada al país de la franquicia gringa es fiel reflejo de la eficiencia de sus políticas dizque amigables con la generación de empleo, aún y cuando se les han ido media docena de maquilas y de eso no dicen ni pío.

Pero vamos al grano, porque la inauguración de la tienda ha dado mucho de qué hablar, como por ejemplo las filas mencionadas anteriormente, que literalmente le daban la vuelta a la cuadra, con gente dispuesta a malgastar una o hasta dos o tres horas de su tiempo con tal de tener por fin en su mano un vasito con la sirena verde estampada, a la que poder fotografiar para luego presumir en Insta.

Hubo uno que hasta se voló un madrugón de Padre y Señor mío a las cuatro de la mañana y viajó desde La Lima para llegar y ser el primero de la fila, pues con ello se aseguró el aprovisionamiento gratuito de un café semanal durante todo el 2025, según prometió la cadena a los 50 más puntuales. O más majaderos.

A partir de ahí, el debate se trasladó a las redes, donde la selección natural hizo de las suyas al dirimir dos bandos totalmente antagónicos: los que se burlaban de los que hicieron fila, y los que defendían de las burlas de los que no hicieron fila a los que sí hicieron fila.

Y con ellos llegó la consiguiente retahíla de posteos, presumiendo los vasitos como si se tratase de títulos académicos y no de una trampa mercadológica bien sustentada en mentes poco amuebladas, pues a la vuelta de la esquina un café americano se paga a 26 pesos en un establecimiento catracho, y no a 92 como pide la franquicia. ¡Salud!

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