EL CIRCO SE NOS FUE DE LAS MANOS

En Chamelecón, las estrategias de campaña de los precandidatos de la refundación van más allá de la comedia y rozan ya la esquizofrenia, como el caso de Sandra Orellana, aspirante a diputada que para seducir a su electorado salió a las calles sin asfaltar a chapalear lodo con las botas de hule puestas, prometiendo que, si le hacen el cambalache de llevarla al Congreso, aquello pasará a ser Suiza en un santiamén.

Porque sí, las campañas políticas en este hoyo del universo, como en la Roma del siglo quinto, lo único que ofrecen es pan y circo, y de eso se agarran todos, o casi todos, los que al no dar el ancho en ningún otro lado van a pegar el porrazo inscribiéndose en la primera planilla donde les den rigió, pues el requisito exigido es nada más el de dar función.

“Necesitamos una representación política que se preocupe por la comunidad, por los vecinos y podamos llevar a cabo los proyectos” dice ella, con el agua llegándole a la altura de los tobillos, bien cubiertos eso sí por el buen par de 7 Gatos que adornan su atuendo, como para reafirmar que exponer la miseria y la calamidad siempre será un buen gancho para captar la atención de los votantes.

Aunque en su caso, la única atención que captó fue la de los que le tiraron duro por andar payaseando, jugando a la cenicienta cuando lo que debería hacer, en cualquier caso, es ponerse seria y proponer, además de dejar de hacer el ridículo, porque con ello lo único que consigue es delatarse a sí misma como una vividora que anda a la desesperada en busca de una chambita que le arregle no las calles, pero sí la vida.

Video Cortesía

Share via
Copy link