TEMPORADA DE ANDAR OJO AL CRISTO

Avecina peligrosamente la Navidad por la vuelta de la esquina, y junto con el espíritu típico que la acompaña viene también la oleada típica de asaltos y fechorías de todo tipo, que se ven incrementadas por el hecho de que la catrachada anda gastándose las varas del aguilucho como si no hubiera un mañana, y por el hecho de que la Policía anda más pendiente de dar mordidas y matar perros que de servir y proteger.

Porque sí, las malandradas están a la orden del día, con los amiguitos de lo ajeno haciendo su propio aguinaldo, confiados de que no habrá penitencia ni castigo para sus sinvergüenzadas, porque los temas prioritarios en la agenda de las fuerzas del orden son otros en plena vorágine preelectoral, donde el ministro Gustavo Sánchez parece haber tomado partido, nunca mejor dicho.

Y todo, además, elevado a la enésima potencia por un comercio que ve en estas fechas su tabla de salvación tras un resto del año donde apenas le ajustó para sobrevivir y seguir a flote, manteniendo casi que con un tanque de oxígeno las pocas chambitas que aún quedan, pues definitivamente no fue 2024 un buen año para el mercado laboral.

Hasta 15 mil chambas se fueron al carajo durante el año, ya que nunca hubo respuesta gubernamental a la sangría de la huida de maquilas, que en vista de la inseguridad jurídica, económica, política y social propiciada por los resentidos y acomplejados que dirigen la economía nacional, mejor decidieron pintar llantas e irse para otro lado, donde la gente usa la cabeza y no el estómago para gobernar.

Y es que hoy más que nunca se está sintiendo el peso de haber derogado la ley de empleo por hora, ya que pese a habérsela volado en el Congreso con los votos necesarios, nunca ofreció el gobierno refundidor una alternativa que paliara el asunto, que, a día de hoy, casi dos años después, los deschambados andan arriba de los 42 mil, según el Cohep.

Normal entonces que la criminalidad esté teniendo un repunte, pues el populacho, al no tener de qué comer, se va a la calle a buscar dónde encontrar, y lo que encuentra casi siempre es la realidad de un pueblo que sigue pagando carísimo el tener en sus sillas a una panda de incompetentes que suceden cada cuatro años a otra panda de incompetentes.

Y así se nos va la vida y nos llega la Navidad, temporada de andar ojo al Cristo, porque tampoco está la cosa para andar de confiados creyendo en milagros, porque el que los hace está en la cruz y las pícaras entienden de festividades, pero a su conveniencia, que no es precisamente la misma de sus víctimas, así que más vale andar chiva.

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