INE VIVE EN LA “HONDURAS DE ALLÁ”
A los del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) sería bueno sacarlos un día de estos de la oficina para que les dé un poquito el sol y se den un baño de realidad, porque parece que ya se les olvidó cómo es; tal vez así se retractan de haber dicho que en dos años y medio el gobierno refundidor sacó al 1.2% dejó de ser pobre y un 1.4% más salieron de la pobreza extrema.
Porque hay que ser muy cínicos para salir con semejante barrabasada, y peor aun plasmándolo en un informe con todo lujo de detalles, en el que dicen ellos que la “mejoría” se debió al “ingreso per cápita y por la apertura total de la economía, que ha permitido que la gente se emplee de nuevo en sus puestos de trabajo”.
Pero no hay que dejarse engañar, porque todo deriva de una respuesta desesperada al otro informe que sacó días atrás el Cohep, donde explicaron ellos que desde que el gobierno refundidor derogó la Ley de empleo por hora en abril de 2022, más de 18 mil mujeres han perdido sus chambas, quedando la cifra en más de 131 mil a nivel nacional.
Por eso es que al INE se unió la Secretaría del Trabajo (Setrass), con la idea de contrarrestar ese dato demoledor y palpable a simple vista, porque aseguran estos últimos que la Tasa de Desempleo Abierto también cayó del 6.4% al 5.2% en el mismo periodo de tiempo, aún y cuando las maquilas no han dejado de pintar llantas y la extorsión obliga a echar el carpetazo a decenas de negocios a diario.
Aun así, tanto el INE como la Setrass siguen a su bola, diciendo que, además, los ingresos promedio en las urbes subieron desde los 8,598 pesos que eran en 2022, hasta los 11,045 de este año; y en el área rural la variación fue de 4,950 a 6,410 mensuales, como por arte de magia, con solo sacudir la varita y ponerlo en un informe adulterado.
Y ya al final, para ponerle la cereza al pastel, aseguran ellos que el costo de la canasta básica por cada cristiano llegó este año a los 5,131.84 pesos en el campo, donde una persona destina 2,604.48 para alimentarse. Cifras que corroboran, una vez más, que no nos gobiernas estadistas sino fanáticos, y eso no hay quién lo remedie.