LIBRE BAILÓ AL RITMO DE LOS CAITAZOS DE MEL

Ni la reuma disuadió al comandante vaquero de echarse sus caitazos en la sede de Libre la noche del viernes, cuando toda su borregada andaba de corre corre inscribiendo planillas y él optó por apartarse a un ladito y demostrar desde ahí que aún le hace al bailoteo.

Con sus botas bien chaineadas, su chaqueta color rojo ñángara y su inseparable sombrero en la mano, el caudillo de la refundación se aventó los pasos prohibidos sin dejar claro si se trataba del bailecito recientemente popularizado por Trump, o si más bien se trató de un remake de Chiquito de la Calzada.

Da igual, porque más allá de su soltura de piernas, lo suyo fue una puesta en escena que demostró que por más que pasen los años y chillen los cochinos, quien de verdad manda y seguirá mandando en el partido es él, aunque siempre desde la sombra.

Testigo presencial de primera mano fue Patricia Rodas, compañera y equipo, de confianza con el permiso de la presidenta, quien atendió con cierta sonrisa, cautelosa el espectáculo de su alero, con quien ha caminado desde los días fundacionales del partido cuando realmente se forjaba en las calles.

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