CONGRESO DE LA VERGÜENZA
Contra viento y marea, Luis Redondo Guifarro dio luz verde a apertura de una sesión legislativa donde hubo de todo menos propuestas, ya que las bancadas cachureca y refundidora llegaron en pleno estado de ebullición, al extremo de casi agarrarse a trompadas, lo que obligó finalmente al rechoncho conserje de Libre a cancelar la función del circo.
Y es que los honorables padres y madres de la patria como que no escarmientan, pues lejos de comportarse a la altura de las necesidades, dejaron notar una vez más que la soberbia y la incapacidad entre ellos están a flor de piel, azuzados siempre desde el estrado principal por un Redondo que ningún empeño pone en controlar el despotismo.
La ingobernabilidad es tal, que cada uno llega a hacer lo que le da la gana, y en ese afán, lo normal es que de repente las emociones partidarias afloren y den paso al comportamiento barriobajero, como el de los oficialistas, que aparecieron con el ánimo de provocar, exhibiendo una enorme pancarta con rostros de algunos exfuncionarios azules con procesos judiciales vigentes.
Y como para que haya un macaneo lo único que se ocupa son dos seres dispuestos, los azulejos no le huyeron al pleito, y fieles a sus últimas actuaciones en el hemiciclo se abalanzaron sobre los provocadores hasta arrancarles la pancarta y mentarse la madre con ellos, que ya se sabe que no son precisamente peritas en dulce.
Un ambiente sin duda tenso y vergonzoso, patrocinado indudablemente por el oficialismo y su conducta autoritaria en el Legislativo, donde siguen con su intentona torpe y mandraquera de darle vida a su Ley del Trancazo Tributario y negando en el camino la palabra a los azulejos.
En fin, un Congreso de la vergüenza, donde a falta de capacidad para consensuar, sus directivos optan por saltarse siempre la barda para irse por la tangente, por el camino fácil, promoviendo y aprobando leyes que tienen menos legitimidad que el propio Luis Redondo como pseudo jefe.