CONVENIENTE JUSTIFICACIÓN
El Ministro de Finanzas, Christian Duarte, ha salido al ruedo con una lógica tan impecable que merece un premio, o al menos una mención honorífica en el salón de la ironía nacional.
En un arranque de inspiración casi profética, ha defendido las declaraciones del jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, quien, por lo visto, ha descubierto una nueva vocación: la justicia tributaria. Ahora resulta que los generales también opinan sobre impuestos. Quizás el próximo paso sea ver a los economistas opinando sobre maniobras militares, para equilibrar la balanza.
Duarte, con un toque casi filosófico, nos invita a reflexionar sobre lo que realmente escandaliza en Honduras. ¿Acaso es que un alto mando militar no puede opinar sobre pagar impuestos si tiene el aval tanto de la Constitución como de la Biblia?
Según Duarte, el 98% de las exoneraciones fiscales en Honduras benefician a una élite compuesta por diez familias. Casi suena a mito o leyenda urbana, como los diez mandamientos, pero en la versión “No pagarás impuestos si tienes suficientes influencias”.
Mientras tanto, el resto de los hondureños cumplen con su sagrada misión de llenar las arcas del Estado, llevando sobre sus hombros la cruz de la carga tributaria. Paraíso fiscal, pero solo para quienes ya tienen reservados sus asientos en primera clase.
De modo que lo que debería escandalizar en Honduras es que los millonarios no paguen impuestos, mientras los pobres sí, dijo el funcionario.
Duarte ha advertido que la situación perpetúa la desigualdad, algo así como si el sistema tributario fuera una comedia en la que los pobres cargan con los impuestos de los ricos, y los ricos se ríen de la función. Porque en Honduras, según el ministro, la ley no solo es ciega, sino que también parece tener preferencias cuando de exoneraciones se trata.