ECONOMÍA HONDUREÑA EN CRISIS Y SIN RUMBO

Al ver las estadísticas de los principales indicadores económicos, nos enteramos que, mientras nuestros vecinos avanzan, Honduras brilla, pero en indicadores rojos, así es lastimosamente nos encontramos en una encrucijada económica con alarmantes cifras en negativo y retrocesos.

Por donde se mire hay una serie de indicadores preocupantes que reflejan un deterioro en la economía hondureña, para el caso la caída de las Reservas Internacionales, la desaceleración en sectores clave como la manufactura y la agricultura, y el aumento del riesgo país colocando a Honduras en una delicada posición frente a sus pares en la región.

Estamos hechos mierda, todo se siente como una carreta en retroceso, el impacto de la desaceleración económica ya se siente en el empleo y la inversión extranjera. El cierre de maquilas en el norte del país afectará a 40.000 hondureños, en una economía donde ya más del 60% de la fuerza laboral enfrenta problemas de empleo. A esto se suma una caída drástica del 67,2 % en la inversión extranjera en el segundo trimestre de 2024, particularmente en la industria manufacturera, la peor en años según lo dicen los economistas. Aunque si los escuchan los refundadores dicen que son aves de mal agüero.

Los problemas de empleo son uno de los puntos más críticos. Con más de 2,3 millones de personas en situación de subempleo o desempleo, los jóvenes son los más afectados, enfrentando un índice de desempleo del 11,2%, que casi duplica el promedio nacional. El reciente cierre de maquilas en el norte del país, que afectará a 40 mil hondureños, sólo añade desesperanza y hondureños con ganas de agarrar cuatro calaches e irse mojados a los yunais.

Cómo no va ir para atrás si no hay inversión ni nacional y menos extranjera, quien quiere venir a invertir a un país donde las cosas van de mal en peor sin garantías, precaria seguridad jurídica y ni siquiera energía eléctrica porque la ENEE, no es más que un hoyo financiero sin fondo.

Además, el crecimiento económico del 3,9% reportado en los últimos meses parece no traducirse en una aceleración real, con sectores clave como la industria manufacturera y el sector agrícola en declive. Esta desaceleración está afectando también la demanda de crédito productivo, que ha experimentado una caída sostenida desde agosto de 2023, agravando la situación de inversión y expansión empresarial.

En este punto vale la pena remarcar otro aspecto alarmante es el incremento en el Emerging Markets Bond Index (EMBI), lo que coloca a Honduras como el único país de la región con un aumento en la percepción de riesgo. Esto refleja una pérdida de confianza por parte de los inversionistas internacionales, impulsada por algunas de las decisiones refundacionales más controvertidas como la salida del CIADI y la denuncia del Tratado de Extradición con EE.UU. A nivel interno, las consecuencias se ven reflejadas en el colapso de las reservas internacionales, que han caído drásticamente, reduciendo a niveles preocupantes de cobertura para las importaciones del país.

Por si fuera poco, se suma el deslizamiento del lempira, el cual ha superado el total reportado en 2022 y 2023, una clara señal de la debilidad en la política monetaria nacional. Este gradual, sumado a una inflación interanual del 4.99 %, con el sector de alimentos liderando el alza, continúa erosionando el poder adquisitivo de los hondureños, en palabras más hondureñas, miles de catrachos ya no tienen ni para el huevo y la sal.

Este panorama refuerza una dura realidad, solo unos pocos contados con los dedos de las manos y sobrando tienen oportunidades, porque el pobre país, aunque con muchos recursos, va para atrás como el cangrejo, en economía, en democracia, en justicia, y todo con un toque de corrupción, nepotismo y soberbia ideológica. Aquí seguimos, liderando en las caídas que llevan a los catrachos al desaliento.

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