LLUVIAS HACEN ESTRAGOS Y DESNUDAN LA VULNERABILIDAD
Una vez más, las lluvias han demostrado lo que ya sabíamos: el país es tan vulnerable que hasta una llovizna ligera parece un diluvio bíblico.
Con más de 53,000 familias afectadas y 721 personas desplazadas, la pregunta inevitable es: ¿y las represas? Ah, sí, esas obras de ingeniería que llevan décadas viviendo cómodamente “en los cuernos de la luna”, mientras los gobiernos observan desde sus oficinas secas cómo los ríos desbordados y los deslizamientos hacen estragos.
El jefe de alerta temprana de COPECO, Juan José Reyes, informó que los departamentos de El Paraíso, Valle y Choluteca seguirán en alerta amarilla, mientras que otros 10 departamentos permanecen en alerta verde.
No hay consuelo para los habitantes de las 598 viviendas dañadas, de las cuales 30 ya no existen más que en el recuerdo.
Y, por supuesto, mientras los ciudadanos navegan por lo que solían ser sus calles, COPECO está “coordinando” con otras instituciones. ¿El objetivo? Llevar ayuda y rehabilitar las zonas afectadas, como siempre, con la premura de quien sabe que la próxima lluvia está a la vuelta de la esquina y no hay tiempo que perder… salvo para hacer más promesas de infraestructura inexistente.
Lo más curioso de esta tragedia cíclica es que mientras las lluvias azotan sin piedad, la solución —las famosas represas de control de inundaciones— sigue siendo una utopía. Y no, no se trata de magia negra o falta de conocimiento; simplemente es que las represas se niegan a salir de los dibujos y promesas de campaña de muchos gobiernos y el actual que sigue en las mismas pese a que juro ser diferente.