REFORMAS ELECTORALES: “NELES PASTELES”

 

El diputado del Partido Liberal, Yuri Sabas, lanzó una nueva dosis de realismo político con su declaración: “Si no se hicieron las reformas electorales en los últimos tres años, no se harán ahora”. Y es que, según Sabas, la falta de voluntad política ha convertido las tan esperadas reformas en un pastel de cumpleaños que nunca llega a la mesa: “Neles pasteles”, como bien lo describió.

Desde que inició el actual gobierno, Sabas ha estado haciendo de todo, menos magia, para impulsar cambios significativos en el sistema electoral. Ha presentado propuestas por montones, pero parece que sus ideas han sido más que ignoradas.

Entre las reformas que Sabas sueña con ver realizadas, se encuentra la famosa segunda vuelta electoral, ese unicornio que el pueblo hondureño ha estado esperando para garantizar gobiernos fuertes y legítimos. Pero parece que ese unicornio se ha quedado atrapado en un pantano de indiferencia legislativa.

Además, Sabas ha propuesto una revisión en la elección de los diputados, sugiriendo que sean más representativos por distrito y zona. También ha planteado una reducción en la cantidad de diputados, pero, claro, esa idea es tan popular entre sus colegas como la idea de bajarles el sueldo.

Otra de las propuestas que Sabas ha dejado caer como migas de pan es la regulación de los períodos electorales de alcaldes y diputados, así como la revisión del proceso de escrutinio electoral. Y, como no podía faltar, ha hablado de la importancia de aprobar el presupuesto del Consejo Nacional Electoral (CNE) con antelación, para que no tengan que recurrir a esas compras de emergencia que ya son casi una tradición nacional.

 

Pero aquí viene el chiste: a pesar de que muchas de estas reformas no requieren ratificación en una próxima legislatura, no se han aprobado porque, como dice Sabas, la voluntad política en el Congreso es más escurridiza que un jabón mojado. La agenda legislativa, según él, está secuestrada por la junta directiva y el gobierno de turno, quienes, al parecer, tienen menos ganas de reformar el sistema electoral que un gato de bañarse.

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