EX VOCERA DE LA MACCIH DESNUDA A LIBRE

Ya no hay por dónde sostener la patraña de los refundidores de la patria, que quisieron maniobrar bajo bajo en el Congreso para aparentar que sí quieren traer a la CICIH, cuando sus acciones demuestran todo lo contrario.

Basta con tener las neuronas justas y conocer someramente un par de leyes para desnudar sus mandracadas, como bien hizo Ana María Calderón, exvocera de la MACCIH (que algo sabe de estos temas), quien dejó clarito que elevar a rango constitucional la CICIH, que es lo que Libre pretendió hacer en el hemiciclo, es “un imposible jurídico”.

Lo explicó de tal manera, para que ninguna lora quedara pidiendo más masa, ya que para haber aprobado el proyecto que presentaron los refundidores en la última sesión del Congreso, antes debería firmarse el dichoso convenio que tienen con la ONU, para luego darle a la misión internacional las facultades que les dé la gana.

Una vez evacuado ese trámite, según Ana María, el siguiente paso sería que el Congreso, entonces sí, apruebe el convenio, ya que éste no es un trato de compadre hablado entre dos instituciones locales, sino una cooperación técnica internacional. “Esto es lo que debe ocurrir antes de cualquier otra norma”, enfatizó la doña.

En otras palabras, que lo ocurrido en la sesión legislativa fue solo un pantallazo con el que quisieron dar los refundidores la impresión de que sí quieren traer la CICIH, y que si no ha venido aún es por culpa de los opositores, que es algo así como el hijo vago que por orden de sus papis le toca salir a buscar chamba, pero sin ganas de encontrar, y que regresa a casa echándole la culpa a todo el mundo de su situación.

Y a todo esto, van pasando ya dos años y medio de los cuatro que incluye el mandato de Xiomara, que se va a ir de rositas sin haber cumplido su promesa insignia de campaña, pues ahora tocará esperar al próximo año para que los refundidores vuelvan a proponer algo similar en el Congreso, más un año adicional para su ratificación, que en cualquier caso sería ya con otro inquilino, o inquilina, agarrado de la guayaba.

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