CÁLIX METE MIEDO

Ambicioso salió Jorge Cálix tras recibir la bendición definitiva del liberalismo en un acto de juramentación donde prometió a su fanaticada arrimar el hombro como uno más, para “derrotar al partido de gobierno”, al tiempo que se autoasignó la tarea de “unir al liberalismo”.

El baño de masas comenzó para él a media mañana, con un buen puñado de colorados que aguardaban expectantes su llegada a la cueva rojiblanca, donde minutos después, cuando obtuvo el permiso correspondiente de los altos mandos, juró hacer todo lo que esté a su alcance para darle de baja a “la tiranía” encarnada en la refundición y así, consecuentemente, que “la bandera del Partido Liberal vuelva a ondear en Casa Presidencial”.

Palabras las suyas que hicieron relamerse a los presentes, entre quienes andaban los otros ocho que siguiendo su estela también desembarcaron en el bando colorado para buscar desde ahí lo que en su expartido les negaron. “Hemos venido a sumar, unir y vencer para transformar”, les dijo el precandidato.

Minutos después, tras recibir la palmadita de Yani Benjamín y los demás capos del partido, se bajó el precandidato del escenario avisando a los refundidores cuál será su destino a mediano plazo: “Ellos saben que van a perder, saben que la derrota es inminente, están preocupados”.

Y no solo eso, sino que vaticinó que, de aquí a las votaciones, “vamos a tener el 70% de Libre aquí en el Partido Liberal”, pues según él, su desembarco y el de sus diputados afines no es más que el inicio del trasvase de refundidores al bando colorado, “porque la única forma de cambiar a Honduras es el Partido Liberal”.

Y habiendo consumado el trámite, anunció que nada más es cuestión de horas para comenzar a patalear el país de punta a punta para acaparar voluntades, aunque siempre con cuidadito de que no les salga un trastornado seguidor de Mario Moncada a ofrecerle guarizama.

“Hoy se construye la victoria del Partido Liberal de Honduras, este partido que está resurgiendo entre las cenizas para ser plataforma de salvación de la democracia hondureña”, dijo finalmente antes de despedirse, en un acto que, sin duda, metió alguito de miedo en sus contrincantes, pues parece el hombre contar con las armas necesarias para dar pelea.

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