LA HISTORIA DE UNA OFERTA TENTADORA

La rocambolesca historia de los trances, o intentos de trances, que hubo entre Salvador Nasralla y Luis Zelaya cuando éste era el candidato presidencial de los colorados allá por 2017, acaba de arrojar un rayito de luz que ayuda a comprender mejor el asunto que sin duda es bastante interesante, ya que involucró el ofrecimiento de varios millones de pesos de uno a otro.

Días atrás, Zelaya salió diciendo a un periodista de la “capirucha” que en aquel año el ahora exdesignado lo había querido sacar de la jugada política en su partido, ofreciéndole varios millones de pesos a cambio de que le cediera él su candidatura como abanderado del bando liberal, algo que dijo haber rechazado sin titubeos.

Pues resulta que el motivo del rechazo no fue tanto por dignidad, sino más bien porque estaba convencido Luis de que sería él quien ganaría los comicios y agarraría finalmente la guayaba presidencial, y todo por culpa de las ideas que le había metido en la cabeza un asesor que, según Nasralla, estaba siendo pagado desde la sombra por Juan Orlando Hernández.

Ahora ya se sabe que la oferta fue de nada más y nada menos 15 millones, según dicen las malas lenguas, pero contrario a la versión de Luis no le fueron ofrecidos para deponer sus aspiraciones en favor de Nasralla, sino para que financiara él su propia campaña y garantizara su triunfo en las internas, con el consecuente compromiso de que después se uniría a la alianza que ya habían pactado Nasralla y los refundidores.

O al menos eso es lo que asegura Nasralla, quien ante el mismo comunicador reconoció después que para tratar de darle trámite al asunto, él y Luis se reunieron “en la oficina de un abogado del Partido Liberal y le dijimos que tenía que cederme la candidatura porque en las encuestas tenía muy poco con respecto a lo que tenía yo, y él se negó”.

Curioso, sin duda, resulta que la movida salga a la luz justo ahora, cuando Nasralla está ya a un paso de consumar su arribo a las filas coloradas, de donde Luis prácticamente fue echado, propiciando su descarado coqueteo con los refundadores en Presidencial, a donde aseguran que pasa metido casi a diario y de donde lo estarían incitando a meterse de nuevo en la contienda para favorecer los intereses de Mel, que lo querría montar como su caballo de Troya.

El ofrecimiento de aquel entonces, ejecutado por medio de Pedro Barquero, según reveló el propio Nasralla, atendía al sentido común, porque según las encuestas a las que alude el presentador deportivo, Luis “no tenía ninguna posibilidad de ser presidente”, pese a que se creía “la persona más popular de Honduras”.

Aun así, pese al dilema de corte ético que plantea el asunto, se justifica Nasralla diciendo que no le ve “nada malo”, pues no se trataba, según él, de comprar la voluntad de Luis, sino de “una necesidad de país”, ya que el hecho de garantizarle una victoria en las internas conllevaría a fortalecer la dichosa alianza, que acabó desbaratada tiempo después con el macabro conteo de Batson en el CNE y con el pobre Luis deambulando de un lado para otro como un pordiosero.

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